...visioné como un demonio sentado o agachado, apoyado sobre unas enormes garras, tenía unas alas tenebrosas desplegadas y estaba mirándote con unos enormes y fríos ojos oscuros con diminutas y brillantes pupilas De su cabeza dos cuernos de gran tamaño se retorcían y sus fauces se abrían mofándose y riéndose de ti cual burla humillante. Él sostenía con las dos manos un espejo redondo y te lo mostraba para que tú te vieses en el. Tenía en su cabeza rapada un seis inscrito, otro seis se retorcía en su cola y el tercer seis era el pecado de la persona que en el espejo se mostraba”
(Memoria del proyecto, Escuela de Artes Dionisio Ortíz, 2012)